VIRTUDES.
Dice el refrán: “de las virtudes del romero se puede escribir un libro entero”. Y es cierto, pues es estimulante, antiespasmódico y ligeramente diurético, actuando asimismo como colagogo, es decir, sobre la secreción biliar.
Al exterior se emplea como vulnerario y para combatir los dolores articulares, así como para tonificar el cuerpo fatigado por los trabajos violentos o por haber andado demasiado.
USO.
Otro refrán dice: “mala es la llaga que el romero no sana”. Se usa para lavar las heridas (2 veces al día), con una infusión de sumidades floridas en la proporción de 28 gramos por litro de agua hirviendo, con la que se lavarán las llagas o heridas; luego se cubre la herida con gasa estéril y se protege con algodón y una venda. Para uso externo también se usa el espíritu de alcohol de romero para darse friegas.
Los maestros Avicena, Hipócrates y Galeno, entre otros, empleaban ya el bálsamo de romero al que consideraban un ungüento muy precioso para todos los males y llagas en los cuerpos de los hombres, y lo hacían con la flor del romero y el más fino aceite de olivas, según un procedimiento muy especial… “Y harás maravillosas curas con esto en cualquier dolor, por grave que sea, que es igual medicina que el piermeceti”. Si esta medicina hicieres con la flor del romero, sólo una gota valdrá por ciento”