Todos conocemos la expresión: “fulano no está centrado”, refiriéndose
a que actúa de forma incoherente, extraña… En medicina china existen
los llamados “puntos centro”, que entre otras cosas se usan para centrar
a la persona, pero ¿qué entendemos por centrar a la persona?
El centro siempre ha sido y es una referencia, el lugar desde donde
uno tiene la posibilidad de dirigirse a cualquier otro lugar y desde
donde se tiene la información de la totalidad. Podríamos decir también
que es el lugar más seguro y desde donde se dirige lo que sea, desde una
humilde casa a un gran imperio.Cuando uno está centrado, en su centro,
dispone de todos los recursos para poder formarse una idea clara de lo
que sucede, y por tanto puede decidir y actuar con seguridad.
Nuestros sentidos, usándolos con sentido, nos proporcionan
información de nuestro entorno que luego procesamos y con ella llegamos a
una conclusión, la integramos y aumenta nuestro caudal de conocimientos
y posibilidades para seguir adelante. Pero siempre hemos de ser capaces
de discriminar, de separar la paja y la cizaña del trigo, pues en caso
contrario mal pan nos saldrá…
Y este es uno de los grandes recursos manipuladores que usa el poder
para controlar a la gente: tenerlos siempre fuera de sí, pendientes de
mil y una cosas con las que el ser, erróneamente, se identifica y hace
suyas, implicándose, acostumbrándose y necesitándolas cada día como si
en verdad fueran necesarias para él.
De ese modo, fuera de su centro, tiene mil necesidades inútiles
impuestas sutilmente, a las que se ha acostumbrado y necesita, a la vez
que se acaba perdiendo. Ya no sabe lo que es verdad y lo que no, depende
siempre de información externa que se encargan de suministrarle
puntualmente para saciarlo y dirigirlo donde interese… Su facultad de
pensar, discriminar, discernir, se ha mermado tanto, cuando no
atrofiado, que es incapaz de actuar por sí mismo, su criterio ya no es
el suyo, sino el que le han implantado poco a poco, noticia a noticia,
hecho a hecho.
Así, la persona ha perdido su centro, ya no sabe lo
que siente, ni lo que quiere, ni lo que cree… Va en pos de espejismos
que le venden prometiéndole una falsa felicidad, comodidad y seguridad…
¡Qué pena que un ser tan increíblemente maravilloso, con unas
posibilidades que escapan a las mentes más imaginativas y capaces, se
vea reducido a ser poco más que un borrego de un inmenso rebaño, tan
bien programado que ni él mismo cree la verdad cuando la encuentra en su
camino…!
Nos van a ofrecer todas las maravillas del mundo, como le pasó a
Jesús cuando el diablo lo tentó en el desierto, y de cada cual dependerá
responder sí o no.
Nos crean el problema y también la solución, y entre medias todos los
tejemanejes que forman parte de la comedia. Conseguirán que mucha
gente, poco acostumbrados a pensar por sí mismos, crea fácilmente que
están haciendo algo, que lo están haciendo bien, que son buenos
ciudadanos… Y el circo continúa con la función, luego vendrá el pan
tosco y desabrido que no nutre sino hincha y, como todo lo demás que nos
dan crea una falsa sensación de plenitud que al instante nos deja
vacíos.
Es importante centrarse, recuperar cada cual nuestro centro, dejar de
estar siempre fuera de nosotros pendientes de todas las pendejadas que
nos ofrecen “amable y humanitariamente”, y habitar por fin nuestro
cuerpo, recuperar poco a poco nuestra facultad de discernir y pensar,
reflexionar un poco acerca de todo lo que vivimos, que casi no nos da
tiempo, y de esa manera, habitando de nuevo nuestro templo,
descubriremos todos los tesoros que había en él y no conocíamos, nos
daremos cuenta que tenemos suficientes recursos para “saber” acerca de
lo que sea y tomar la decisión que corresponda -no al poder sino a
nosotros mismos- sin necesidad de tener que consultarlo todo en los
libros o en Google…
Descubriremos el enorme potencial que tenemos como seres de universo
que somos, y a eso es a lo que el poder teme, a que despertemos a
nuestra auténtica naturaleza y no puedan controlarnos y dominarnos, pues
saben que todo lo que necesitamos está ya en nosotros, y por eso hacen
todo lo posible para que estemos fuera de nosotros, para que abandonemos
nuestro centro, pues así somos vulnerables.
Cuando estoy centrado soy poderoso, soy el emperador de mi imperio, y
mi principal función es que mi pueblo viva en armonía y plenitud, y
desde ahí tendré una relación armoniosa con los otros pueblos. No
oprimiré a nadie, pero tampoco permitiré que me destierren de mi hogar,
ese lugar inmaterial en lo más profundo de mí donde sé quien soy y
conozco a qué vine aquí, y esa función, guste o no, es la que voy a
realizar…
Dejemos de estar siempre fuera de nosotros, comencemos a habitarnos,
dispongamos de momentos para el necesario silencio y quietud… ellos son
las llaves que nos abrirán las puertas del palacio, y podremos ocupar el
lugar que nos estaba destinado, no la chabola maquillada que nos
intentaban vender.
Hoy, en estos tiempos convulsos donde nada es lo que parece, es más
necesario que nunca centrarse y dar cauce ya a lo que Somos.
La situación no la solucionará nadie ahí afuera, sino cada uno de nosotros siendo auténticos.
Merece la pena probar…