Pasamos la vida con el cuerpo en un sitio y la mente en cualquier otro
menos donde está el cuerpo. Mente y cuerpo, cuerpo y mente son uno como
la sombra y la luz, el yin y el yang, la cara y la cruz de la misma
moneda.
Hoy, en este mismo instante en que lees esto, probablemente
tu cuerpo está recluído en tu casa sin poder salir, pero ¿dónde está tu
mente?, ¿dónde tu pensamiento? Tus emociones o sentimientos, no lo
olvides, se originan de tus pensamientos conscientes o inconscientes, y
si quieres conocer tu temperatura energética, si quieres saber si tu
vibración es alta o baja, el termómetro que te lo indicará son tus
emociones... ¿cómo te sientes: bien, mal, regular...? Esa es la prueba
del algodón que nunca te engañará, no puedes estar enfadado, o temeroso,
o preocupado, por ejemplo, y tener alta tu vibración.
¿Y por qué te
digo todo esto?, pues muy sencillo: imagina un ventilador apagado y
verás cómo cualquier cosa puede pasar a través de sus aspas, un papel,
tu dedo, una mosca... ¿a que sí? Ahora ponlo en marcha y tal y como la
energía le llegue comenzarán las aspas a girar tan deprisa que ni las
podrás ver y nada podrá atravesarlas, a riesgo de que lo que se arrime,
si tiene una fuerza menor, sea sesgado o expulsado bien lejos.
Pues
lo mismo sucede con tu vibración. Cuando esta es baja todo puede entrar
en tí, mientras que si vibras alto nada podrá afectarte, y si trata de
entrar en contacto contigo será expulsado afuera rápidamente.
Es
importante que tomemos medidas externas, lo cortés no quita lo valiente,
es necesario aislarse, cuidarse, tomar lo que cada cual sienta que le
ayuda o hace bien, pero la verdadera protección siempre, y en estos
momentos que estamos viviendo con el COVID-19, es elevar nuestra
vibración al máximo.
No somos solamente sangre, carne y huesos,
somos energía conformada, somos el espíritu que habita este cuerpo, y
como tal tenemos la obligación y la responsabilidad de cuidarlo,
mimarlo, tratarlo bien, darle lo que necesita y evitar todo lo que le
hace daño, y eso requiere que también, inexcusablemente, atendamos
nuestra parte interna, nuestros pensamientos, nuestras creencias, que
utilicemos una parte de este tiempo que se nos regala para revisar todo
esto y cambiar lo que proceda, pues en caso contrario, aunque las aspas
del ventilador estén muy lustrosas y engrasadas, si la energía no le
llega cualquier cosa pasará a su través.
Aparte de usar el tiempo en
entretenernos, dediquemos una parte, aunque sea pequeña, en entrar en
nosotros para conocernos un poco más, en revisar nuestra vida interna y
externa y, como consecuencia, clarificarnos y decidir qué cambios
debemos hacer a partir de ahora. Este tiempo de reclusión, entre otras
cosas, si lo aprovechamos bien es un gran regalo, no nos distraigamos
tanto que simplemente matemos el tiempo como sea, pues con él podemos
matarnos a nosotros mismos.
El tiempo es nuestro aliado,
aprovechémoslo de una manera útil y hagamos caso de nuestro termómetro
interno, nuestro sentir, para saber si vamos bien o hemos de cambiar
algo, traigamos nuestra mente y nuestro pensamiento aquí, junto a
nuestro cuerpo, unamos lo que no debe estar nunca separado y nada,
absolutamente nada nos podrá afectar. Lo que esté unido nada ni nadie
podrá separarlo. Esa es una buena medicina. Cuidad también vuestra parte
interna.
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