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| Aforismo del templo de Delfos |
A menudo ponemos toda la responsabilidad de nuestra vida o de nuestra sanación en alguien o algo externo a nosotros, le dejamos hacer y nos mantenemos casi al margen esperando que suceda algo.
Está bien seleccionar la mejor forma o modo de tratarnos o solucionar el problema que tengamos, sea este de salud, económico, laboral, etc. Todo está bien, pues todo nos aporta un aprendizaje y una experiencia, pero no olvidemos jamás que, aunque recurramos al exterior todo está ya en nuestro interior, y debemos hacer uso de ello.
Al principio puede que no lo creamos, o que nos falte confianza, pero el proceso es similar al de un bebé recién nacido: depende absolutamente de los demás para todo, pero en su interior existe un potencial que, si lo desarrolla, le permitirá conseguir casi cualquier cosa... Tiene la capacidad de caminar, aunque al principio se caiga muchas veces. Tiene la capacidad de aprender a hablar y llegar a dominar, no uno sino muchos idiomas distintos con los que poder comunicarse con otras personas. Tiene el potencial de llegar a ser un artista, un matemático, un filósofo... Cierto es que en ese proceso recabará información, adiestramiento, etc. del exterior, pero lo conseguirá porque en su interior está esa semilla que, debidamente regada y alimentada, germinará y llegará a convertirse en un gran y frondoso árbol.
Somos mucho más de lo que creemos, el cuerpo es sólo el envoltorio del ser que lo habita, y el primer paso es saber que tenemos muchas posibilidades que no conocemos, después está el descubrirlas, el trabajarlas, el realizarlas... Y ahí comienza el ser a despertar, deja de ser una víctima de la vida o las circunstancias y utiliza todo lo que le sucede para crecer, aprender, ser una luz para él mismo y los demás, como otros lo son para nosotros y nos muestran que hay un camino y que podemos descubrirlo y recorrerlo...
Es muy importante en estos momentos, más que nunca, dejar de mirar un poco ahí afuera y comenzar a mirar dentro de nosotros, empezar a descubrirnos, a conocernos. No implica esto que no podamos recurrir a otros, o a tomar algo que nos ayude, sino que seamos nuestra propia guía, que desarrollemos la sabiduría comenzando por conocernos a nosotros, pues sólo así desarrollaremos todo nuestro poder, actualizando nuestro potencial y siendo los auténticos creadores de nuestra vida.
