Estamos bombardeados cada día de noticias que acaparan nuestra atención y roban nuestra energía. El resultado, al tener disponible menos energía, es que abrimos la puerta de nuestro organismo a la posibilidad de poder enfermar con más facilidad, por no hablar los efectos mentales y emocionales que desencadena también.
A menudo estamos preocupados por cosas que ni nos van ni nos vienen, pero la sociedad sabe muy bien cómo tenernos hipnotizados y sacar provecho de nosotros...
Ayer me sucedió algo muy simple, en apariencia, pero al mismo tiempo muy mágico: salía de casa cuando una vecina anciana, que probablemente estaba atenta por si me veía, me pidió por favor si le podía colocar la capucha del gas a la botella de butano del termo, ella no tenía fuerza suficiente. Inmediatamente, y con mucho gusto, procedí a colocarla, y algo que para mí no tenía la menor importancia para ella tenía grandes repercusiones... la mujer me mostró su agradecimiento con lágrimas en los ojos y el regalo lo recibí yo...
Nos olvidamos con frecuencia que estamos aquí para servir (un antiguo refrán dice: "sirve quien sirve"), al igual que la vida nos sirve cada día sin esperar nada a cambio. Cuando entramos en la onda del servicio cumplimos con parte del propósito de nuestra vida y todas nuestras células se enteran y se recargan de nueva energía, con lo cual nuestra salud mejora irremediablemente.
Me parece una bonita posibilidad, además de muy sanadora, tratar de servir cada día, estar atentos a dar respuesta cuando sea necesario, la mayoría de veces será en pequeñas y sencillas cosas, pero a quien se las ofrezcamos ¡cuánto bien le hará!, y eso es lo que importa.
Sería precioso que compartiésemos cada uno alguna anécdota relacionada con esto, en vez de estar pendientes de las noticias de siempre que nos bajan nuestra energía. Puede ser algo que hemos hecho por alguien o algo que alguien ha hecho por nosotros, el caso es crear un espacio de luz, de posibilidad, de servicio... darnos cuenta que nunca estamos solos y que la vida nos sirve, normalmente, de las maneras menos esperadas...
Gracias Luciano por este artículo. Ha llegado en el momento justo. Recién tuve una conversación telefónica con una persona que está sumergida en una depresión. Antes de llamarla me encomendé al amor, me conecté con mis más sinceros deseos de contribuirle a esa persona y he de decir que me he convertido literalmente en un canal de Amor. Cada palabra que ha salido de mi boca y la facilidad con la que lo ha hecho no han sido producto de mi mente, estoy convencida. Y la sensación que cada una de mis células tienen en este momento es difícil de explicar. Creo que la palabra más cercana a la experiencia puede ser Dicha. Sin duda somos antenas y depende a la fuente reproductora que nos conectemos eso manifestamos y en ello nos convertimos.
ResponderEliminarGracias Amigo.
Gracias a tí, Eva, por compartir este precioso testimonio. Todos podemos compartir nuestras pequeñas o grandes experiencias, aunque a menudo la comodidad o la falta de confianza en nuestro valor hacen que nos quedemos callados y eso nos lo perdemos.
EliminarQué bonito sería "arriesgarnos" a dejar que el Amor fluyera a través nuestro, viviríamos inmersos en el milagro...
Lo que das te lo das, y cuando sirves te sirves.
Gracias por tu luz, amiga.